Cisneros, un líder comunitario y miembro del consejo comunitario de tierras en el pueblo indígena purépecha de Sicuicho, fue asesinado a tiros a principios de semana.
Su muerte es el crimen más reciente dentro de una serie de homicidios y desapariciones que han afectado a activistas en la región.
Las comunidades indígenas de Michoacán han luchado durante años contra la minería y la tala ilegal de bosques de pino y oyamel en la región montañosa. Los madereros suelen talar árboles para plantar aguacates, un cultivo de exportación muy lucrativo en Michoacán.
El asesinato de Cisneros provocó indignación y preocupación en la comunidad de defensores del medio ambiente y los derechos humanos. Los activistas han denunciado en repetidas ocasiones la falta de protección por parte de las autoridades, lo que los deja vulnerables a la violencia y la represión.
El asesinato de Cisneros ocurrió poco más de un mes después de que dos activistas comunitarios opuestos a la minería desaparecieran en otra parte de Michoacán. Su vehículo baleado fue hallado en una carretera, pero se desconoce la suerte de las víctimas.
La situación en Michoacán es un ejemplo de la violencia y la impunidad que enfrentan los activistas y defensores del medio ambiente en todo el mundo. Según un informe de Global Witness, en 2020 se registraron al menos 227 asesinatos de defensores del medio ambiente, lo que representa un aumento del 4,4 por ciento con respecto al año anterior.