Acá va la primera parte que preparamos para “Joyas de la CDMX”: La mayoría de los capitalinos lo saben, lo han notado cuando pasan cerca de él, pero, ¿tienen idea de cuánto? El Palacio de Bellas Artes ya se hundió casi tres metros y, por lo que sabemos, no se detendrá, ya que seguirá sumergiéndose en el suelo los siguientes años al igual que toda la CDMX.
Pues en esta ocasión nos pusimos a investigar cómo se ha dado el hundimiento de este histórico recinto cultural; desde el momento en que comenzó a construirse, en 1904, hasta la actualidad, en 2023. Sí, este problema no es de años recientes, y tampoco toda la culpa es de la Ciudad de México (¿o sí?).
Un poquito de contexto
A principios del siglo XX, el gobierno de Porfirio Díaz tenía en mente la construcción de varios edificios, como el Palacio Postal y el Palacio Legislativo, pero otro de los principales era el Nuevo Teatro Nacional; proyecto que le encargaron al arquitecto italiano Adamo Boari y al ingeniero mexicano Gonzalo Garita.
Era tanta la emoción de Boari que se lanzó a Estados Unidos y Europa para inspirarse en otros recintos, como en la Ópera de París; además de conseguir a los artistas extranjeros que le ayudarían con las obras decorativas y de construcción.
Todo parecía ir relativamente bien, hasta que todo comenzó a salir relativamente mal, ya que después de llegar a México y hacer el primer proyecto con Garita entre 1901 y 1902, no estuvo taaan de acuerdo con lo que el mexicano quería hacer en los cimientos del teatro.
De hecho, como ya habían trabajado juntos en el Palacio Postal, arrastraban algunas diferencias por sus ideas, por lo que el italiano decidió que el ingeniero ya no trabajaría más en el proyecto.
Prácticamente después de que comenzó a construirse, en 1904, el Nuevo Teatro Nacional empezó a hundirse. Sí, todo porque Adamo Boari no hizo caso a Gonzalo Garita, a quien se le consideraba un experto en cimentaciones y estructuras, así como un conocedor del subsuelo de la Ciudad de México.

Y para prueba lo que logró en el Palacio Postal, edificio en el que sí concluyó su trabajo junto al italiano. De hecho, de acuerdo con el libro “Historia de la construcción del Palacio de Bellas Artes”, donde escriben Víctor Jiménez y Alejandrina Escudero, durante la inauguración de este inmueble, el ingeniero aprovechó para resaltar lo que había hecho frente a Porfirio Díaz y exhibir a Boari, cuando el proyecto del arquitecto ya se estaba hundiendo del otro lado, cruzando la calle.
¿Los errores de Adamo? Según Alberto J. Pani y Federico Mariscal, arquitecto mexicano que retomaría el proyecto inconcluso del italiano, los tres problemas por los que el Palacio de Bellas Artes se hundió en esos años fueron los siguientes: que Boari quería que su construcción tuviera una estructura de hierro, muros y techos de concreto, y un revestimiento de mármol.